Se trata de una nueva fauna de 75 millones de años de antigüedad, encontrada en Río Negro, al norte de la Patagonia Argentina.
Un grupo multidisciplinario compuesto por más de 80 personas de 22 instituciones de nuestro país han descubierto fauna totalmente nueva a unos 30 kilómetros al suroeste de General Roca, en la provincia de Río Negro. El equipo, del cual fueron parte investigadores de nuestro Museo, estima que la antigüedad de los fósiles es de unos 75 millones de años.
Esta nueva fauna incluye una gran diversidad de organismos que se asocian a ambientes de agua dulce y que hoy en día se encuentran alejados de su distribución. Entre ellos, se cuentan los restos de numerosos moluscos, incluyendo diferentes tipos de almejas y caracoles terrestres, y una nueva especie de dinosaurio herbívoro.
El director del Museo, Dr. Luis Cappozzo, destacó la importancia del trabajo multidisciplinario. “Es fundamental comprender que es un tiempo de asociarse entre instituciones, entre disciplinas, para poder, como en este caso, descubrir cuestiones de nuestro pasado remoto para preguntarnos sobre nuestro presente e intentar mejorar nuestro futuro”, expresó.
Asimismo, hizo hincapié en el rol del Museo para visibilizar estos descubrimientos. “Un primer modo de responsabilidad social que tiene el museo es contarle a la comunidad estas historias. Por lo tanto, cumplimos ahí con nuestra función y, al mismo tiempo, buscamos despertar el pensamiento crítico compartiendo más información científica y veraz”, concluyó Cappozzo.
Por su parte, el Investigador Superior del CONICET y reconocido paleontólogo de nuestro Museo, Dr. Diego Pol, explicó que este trabajo se viene realizando hace varios años, y su objetivo es entender cuál fue el fin de la era de los dinosaurios. “En vista de la crisis de la biodiversidad que existe hoy en día, resulta extremadamente importante poder entender cuáles fueron las condiciones que llevaron a esta gran extinción, y eso es lo que estamos trabajando” explicó el investigador.
Federico Agnolín, investigador de nuestro Museo y parte del equipo, contó que el trabajo será publicado en la revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales, una publicación que tiene más de 150 años. Al respecto, Agnolín destacó que “más allá del impacto internacional nos pareció importante publicar en una revista nacional, no solo para dar fuerza sino para mostrar que en nuestras revistas tenemos cosas muy valiosas”, y agregó que “revistas de tanta calidad hay pocas en el mundo. Es un orgullo también publicar aquí”.
Un pequeño titán herbívoro
Entre los restos encontrados, un gran número pertenece a distintos tipos de dinosaurios, entre los que se identificaron 7 individuos de una nueva especie herbívora al que los investigadores nombraron como Chadititan calvoi. El primer nombre (Chadititan) significa Titán de la sal, debido a que los restos de este animal fueron encontrados a las orillas de lo que hoy en día es el Salitral Moreno, una extensa planicie salobre. El segundo nombre (calvoi) es en honor a Jorge Calvo, paleontólogo especialista en dinosaurios patagónicos recientemente fallecido.
Chadititan fue una especie de dinosaurio herbívoro de cuello largo perteneciente al grupo de los saurópodos titanosaurios. Entre ellos, era una especie relativamente pequeña, ya que no superaba los 10 metros de longitud en su adultez, mientras que los ejemplares jóvenes descubiertos no alcanzaban los 3 metros de largo.
El Chadititan estaba emparentado con titanosaurios pequeños como Rinconsaurus y Pitekunsaurus, pertenecientes a un pequeño grupo conocido como rinconsaurios. Todos ellos tenían un aspecto particular: cuello relativamente grueso que culminaba en un pecho amplio, caderas expandidas y miembros relativamente gráciles, y la cola que en su base estaba fuertemente curvada hacia abajo, una condición muy rara compartida con pocos dinosaurios.
Todos los rinconsaurios, al igual que Chadititan, vivieron en un lapso que abarcó entre aproximadamente los 80 y 70 millones de años antes del presente, y se extinguieron varios millones de años antes de la caída del meteorito que impactó en la tierra hace unos 65 millones de años.
Pero el Chadititan no estaba solo: unos pocos restos encontrados en la misma zona, incluyendo una aguda garra del pie, permiten reconocer al carnívoro tope del ecosistema: se trata de un abelisaurio, un dinosaurio carnívoro de unos 6 metros de longitud y un cráneo macizo armado de dientes agudos y afilados como cuchillos. Los abelisaurios fueron los depredadores más comunes de su tiempo, y entre ellos se encuentra el famosísimo Carnotaurus.
Tortugas y peces: una patagonia muy diferente a la actual
Entre los hallazgos más destacados se encuentran los cientos de placas de caparazón de tortugas de agua dulce encontrados en el lugar, y que representan más del 90% de los restos recuperados. Estas tortugas son muy semejantes en forma a las que abundan en los ríos y arroyos del norte de Argentina, pero que hoy en día no alcanzan la Patagonia. Entre los restos fueron encontrados los de una especie de gran tamaño conocida como Yaminuechelys, cuyo caparazón alcanzaba una longitud de 80 centímetros de largo.
Esta abundancia es muy rara, y parece solo ocurrir en nuestra Patagonia: en localidades coetáneas en otras partes del mundo como en Norteamérica o Europa, las tortugas son mucho más escasas y casi nunca superan el 50% de la fauna.
Por otra parte, los fósiles encontrados han permitido demostrar la existencia de cocodrilos y reptiles voladores en esta zona, aunque los fragmentos están tan incompletos que se desconoce en detalle a qué especies pertenecieron.
También fueron descubiertos numerosos restos de peces pertenecientes a grupos que no suelen encontrarse en la zona, particularmente pejelagartos (científicamente conocidos como familia Lepisosteidae) y peces pulmonados de la especie Metaceratodus kaopen.
Créditos de las imágenes:
1. Ilustración: Gabriel Lio 2. Placas dentarias de peces pulmonados 3. Hallazgo de fósiles en el campo
Nuevos moluscos prehistóricos
Los restos de moluscos, debido a su pequeño tamaño y caparazón frágil, son muy poco conocidos en el registro paleontológico, y los investigadores saben muy poco sobre su historia. Sin embargo, en esta nueva fauna se registran unas 6 especies de moluscos. La más sobresaliente es nueva y aún no tiene nombre, y cuyo pariente más cercano se llama Aperostoma inca y se encuentra únicamente en las selvas nubladas del norte argentino, a más de 2000 kilómetros de distancia.
Estos estudios han permitido reforzar la idea de que las faunas de la Patagonia en aquel entonces eran muy diferentes de la composición faunística que conocemos en el resto del mundo hacia la misma época.
Sin embargo, con el tiempo, las lagunas que alojaban esta fauna novedosa irían secándose, y la región daría paso a un desierto que hace unos 65 millones de años habría asistido al impacto del famoso meteorito.
El estudio se enmarca dentro del proyecto “Fin de la Era de los Dinosaurios”, subvencionado por la National Geographic. El equipo de investigación responsable de la publicación de este gran hallazgo está compuesto por Federico Agnolín (MACN-CONICET y Fundación Azara), Matías J. Motta, Jordi Garcia Marsà, Mauro A. Aranciaga-Rolando, Gerardo Álvarez-Herrera, Sebastian Rozadilla, Federico Brissón-Egli, Mauricio A. Cerroni, Karen M. Panzeri, Sergio Bogan, Sergio E. Miquel, Diego Pol y Fernando E. Novas del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN-CONICET), Juliana Sterli del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF – CONICET), Silvio Casadio de la Universidad Nacional de Río Negro, Sergio Martínez de la Universidad de la República Facultad de Ciencias (FCIEN – UdelaR) y Leandro M. Pérez del Museo de La Plata (FCNyM, UNLP).