Descubren en Santa Cruz restos vegetales de un ecosistema acuático de fines del Cretácico Tardío
Científicas y científicos del CONICET participaron del hallazgo, extracción y estudio de los fósiles preservados en rocas de alrededor de setenta millones de años.
Un equipo de investigadores e investigadoras del CONICET, junto con colegas de National Museum of Nature & Science de Japón, hallaron en las proximidades de la ciudad de El Calafate (Provincia de Santa Cruz), más precisamente en estratos de la Formación Chorrillo, restos vegetales de un ecosistema acuático de hace unos setenta millones de años. El descubrimiento y estudio de los fósiles fue publicado en la revista especializada Cretaceous Research.
“Los fósiles los colectamos en marzo de 2020, en paralelo con el inicio de la cuarentena por COVID-19 en nuestro país”, señala Ezequiel Vera, investigador del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET) y primer autor del artículo.
En la Formación Chorrillo, equipos paleontológicos del CONICET ya habían hallado dinosaurios como Maip macrothorax (el megaraptor más grande conocido hasta el momento), Nullotitan glaciaris (un herbívoro gigante) e Isasicursor santacrucensis (un ornitópodo bípedo del tamaño de un caballo), además de restos de aves, mamíferos, tortugas, serpientes, anuros y caracoles terrestres y de agua dulce. Entre los vegetales fósiles se han documentado también leños de coníferas y polen y esporas de diferentes tipos de plantas.
Los hallazgos tuvieron lugar al sur de El Calafate (Santa Cruz) en una campaña realizada en marzo de 2020. Foto: gentileza investigadores.
Un ecosistema vegetal de aguas dulces, tranquilas y poco profundas
Para sorpresa del equipo de investigación, entre los restos de la nueva comunidad vegetal encontraron hojas y semillas muy pequeñas de nenúfares (Nymphaeaceae), una familia de plantas acuáticas que todavía existe en la actualidad. Se trata de plantas con hojas flotantes, pero con raíces fijadas al sustrato. Debido a su pequeño tamaño, los especialistas estiman que debían encontrarse muy cerca de la costa o en una charca muy poco profunda.
“Algunos de los materiales descubiertos consisten en impresiones de hojas observables a simple vista, pero muchos otros de los fósiles analizados son tan pequeños que tuvimos que usar lupa binocular y agujas para removerlos del sedimento”, señala Vera.
Además, se encontraron esporas de helechos acuáticos de las familias Salviniaceae (helechos flotantes) y Marsileaceae (tréboles de agua) y esporas de algas, un tipo de vegetación característico de cuerpos de agua dulce muy tranquilos y poco profundos. Estas plantas posiblemente brindaban protección y alimento a varios animales acuáticos, como peces, ranas, tortugas y caracoles, cuyos restos fósiles fueron descubiertos en el mismo yacimiento.
“Al analizar las características de las rocas que contienen estos restos de plantas pudimos entender que las mismas se depositaron en cuerpos de aguas tranquilas y de poca profundidad. Estos cuerpos de agua se habrían desarrollado en grandes llanuras de inundación de los ríos que escurrían en esa región”, señala Damián Moyano Paz, becario postdoctoral del CONICET en el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET-UNLP), especialista en sedimentología y coautor del trabajo.
Si bien los restos fósiles de asociaciones de plantas acuáticas son comunes en floras fósiles del hemisferio boreal, en el hemisferio sur el hallazgo de este tipo de plantas es infrecuente. En este sentido, el estudio publicado en Cretaceous Research resulta un aporte novedoso.
Reconstrucción de la flora de la Formación Chorrilo.
Ilustración: Gabriel Lio.
Fósiles microscópicos, pero con mucha información
La preparación de las rocas que contenían los fósiles en busca de granos de polen y esporas estuvo a cargo de Valeria Perez Loinaze, investigadora del CONICET en el MACNBR. “Dado que las rocas que preservaban estos restos vegetales parecían contener mucha materia orgánica, intentamos recuperar restos vegetales microscópicos que pudieran estar en su interior. Para ello, trituramos las rocas con un mortero y luego las sometimos a diferentes tratamientos con diversos ácidos, una práctica convencional que se usa para disgregar las rocas y recuperar restos orgánicos. Así, pudimos obtener un conjunto muy diverso de fósiles microscópicos, incluyendo semillas diminutas, esporas, polen, restos de cutículas vegetales y hongos. Se trata de un ‘mundo escondido’ contenido en un puñado de roca”, señala Perez Loinaze.
De acuerdo con la científica, estos fósiles microscópicos son muy resistentes y permiten obtener mucha información, no solo de grupos de vegetales que tal vez no se preservaron como fósiles observables a simple vista, sino también sobre el ambiente e, incluso, sobre la edad de las rocas,
El equipo de investigación pudo reconocer que la vegetación que prosperaba en el sur patagónico hace unos 70 millones de años se componía de un estrato arbóreo con grandes coníferas y angiospermas (plantas con flores) como palmeras y proteáceas. El estrato arbustivo lo conformaban plantas con flores de menor porte, junto con gimnospermas arbustivas, mientras que la vegetación más baja estaba integrada por diversos helechos y parientes de los licopodios. “Este tipo de vegetación difiere de modo contrastante con la que actualmente impera en este páramo de Santa Cruz, conformada principalmente por angiospermas arbustivas de muy pequeño porte”, indica Vera.
De acuerdo con los especialistas que participaron del descubrimiento y estudio de los fósiles, el hallazgo de esta nueva comunidad vegetal resulta clave para develar las condiciones ecológicas existentes antes de que ocurriera la gran extinción de fines del Cretácico -hace 65 millones años- en la que desaparecieron la mayoría de los dinosaurios y unas tres cuartas partes de las especies biológicas que habitaban la Tierra en aquel momento.
“Desde que empezamos a explorar este yacimiento, a principios de 2019, comenzaron a aparecer materiales fósiles que nos sorprendieron por su variedad y riqueza. No solo colectamos los restos de enormes dinosaurios, como el Nullotitan, sino también fósiles de vertebrados que correteaban entre las patas de estos gigantes. Ahora agregamos nuevos vegetales a la larga lista de organismos fósiles que habitaron el sur de El Calafate a fines del Período Cretácico. Los resultados que hemos logrado hasta el momento son muy alentadores”, concluye Fernando Novas, investigador del CONICET en el MACNBR, coautor del trabajo y líder, junto con su colega japonés Makoto Manabe, del grupo binacional de exploradores en esta región austral de la Patagonia argentina.